Tequila y tradición: más que solo un licor

La importancia de contar historias
En todos los rincones del mundo de las bebidas espirituosas, hay algo que permanece universalmente cierto: contar historias importa. Más allá de las fichas técnicas, las notas de cata o los detalles de producción, lo que en última instancia conecta a las personas con una botella es la historia que hay detrás: las personas, la tierra y la cultura que la moldearon. Esta creencia ha guiado mi trabajo como educador, comunicador y catador de vinos y destilados durante años, y se reafirmó durante mi estancia en México.
Aunque en mi primera visita estuve para juzgar vinos, fue imposible no notar la omnipresencia y la fuerza silenciosa del Agave. Su presencia no era sólo agrícola, sino profundamente cultural. Visitar el Museo del Tequila en Ciudad de México sólo profundizó esta conexión. Comencé a entender el Tequila no simplemente como una bebida, sino como un símbolo: una expresión destilada de herencia, identidad y evolución.
El mercado importa
Comprender la dinámica del mercado del Tequila en distintas regiones es crucial para apreciar su impacto global y su potencial. En Europa, Alemania se destaca como un actor importante, mientras que Hungría representa un mercado emergente con características únicas.
En Alemania, el mercado del Tequila ha experimentado un crecimiento notable. Para 2025, se proyecta que el mercado doméstico de Tequila generará aproximadamente 336.43 millones de dólares en ingresos. Esta tendencia refleja una creciente apreciación del Tequila entre los consumidores alemanes, quienes exploran cada vez más opciones artesanales y premium.
Hungría, aunque es un mercado más pequeño, también muestra una trayectoria positiva en el consumo de Tequila. Se espera que el mercado en Hungría alcance los 5.34 millones de dólares para 2025. Los consumidores optan cada vez más no sólo por la relación calidad-precio, sino también por una transición hacia lo premium. Esta tendencia va en aumento, junto con el número de personas interesadas en destilados artesanales.
El origen importa
Como alguien que ha trabajado de cerca en el establecimiento de denominaciones en Hungría, veo las denominaciones de origen no como formalidades restrictivas, sino como narrativas en sí mismas. Hablan del lugar, la gente y el oficio, y ofrecen una estructura mediante la cual la tradición puede encontrarse con el mercado moderno. Ya sea en el vino o en los destilados, una historia sólida arraigada en la autenticidad no es sólo una herramienta de comunicación: se convierte en un valor esencial. La Denominación de Origen Tequila, establecida oficialmente en 1974, es uno de los sistemas más sólidos y respetados de su tipo. Define la identidad del Tequila —en lo geográfico, histórico y cultural—. La belleza de la denominación radica en su poder silencioso: permite que la tierra hable a través del espirituoso.
La cultura importa
No se puede entender verdaderamente el Tequila sin entender México. No sólo su geografía o el cultivo del Agave, sino su cultura: esa identidad viva que se expresa en la música, la comida, el arte y los rituales. Eso me quedó claro en cuanto puse un pie en el Museo del Tequila y el Mezcal en Ciudad de México. Lo que me impactó no fueron sólo las botellas en exhibición o la explicación de los métodos de producción, sino cuán profundamente el Tequila está tejido en la historia nacional: desde los corridos y mariachis hasta el arte contemporáneo y el cine.
El Tequila, al igual que el vino, no es sólo un producto. Es un embajador cultural, un símbolo que lleva un significado mucho más allá de su contenido alcohólico. Esto es algo que siento profundamente como educador. Cuando presento el Tequila a estudiantes y profesionales en Hungría y más allá, no hablo sólo del Agave Tequilana Weber var. Azul o de las leyes de denominación; hablo del lugar, de las personas y del orgullo. El Tequila representa la resiliencia del patrimonio y el esfuerzo continuo por preservar la identidad a través del oficio.
Como el Agave, el cacao es nativo, sagrado y, a veces, incomprendido. Y como el Tequila, ha sufrido décadas de comercialización. Sin embargo, cuando se cultiva, fermenta y trata con respeto, se convierte en un producto fino que cuenta una historia de origen, trabajo y tradición. El “Cacao Criollo Almendra Blanca” es una variedad cultivada en México que suele presentar una acidez suave, taninos ligeros y una textura cremosa, seguida de notas especiadas y de frutas rojas. No es coincidencia que el Tequila y el chocolate fino mexicano suelan armonizar perfectamente: hablan el mismo lenguaje cultural.
La cultura importa porque da contexto. Nos permite entender por qué algo sabe cómo sabe, y más importante aún, por qué importa en absoluto. Sin cultura, el Tequila sería sólo alcohol. Con ella, se convierte en memoria, emoción y significado —y eso es algo que vale la pena preservar—. Los invito a saborear una copa de Tequila de Jalisco.
Kristian Kielmayer